La
placenta es un órgano vascular izado que atiende las necesidades de respiración
y excreción del feto durante su desarrollo. La sangre fetal recorre los vasos
del cordón umbilical y penetra en la placenta, cuya red capilar dactiliforme
está envuelta en un tejido rico en sangre materna. En estas zonas de contacto,
el dióxido de carbono y otros residuos metabólicos del feto pasan a la madre,
al tiempo que desde ésta pasan al feto oxígeno y nutrientes. La sangre fetal y
la sangre materna no se mezclan.
martes, 1 de noviembre de 2011
ETAPAS DEL PARTO
El
preparto es un periodo de contracciones irregulares del útero, en el cual el
fino cérvix se reblandece y comienza a dilatarse. En la primera etapa del parto
(arriba a la izquierda), el
útero se contrae con fuerza y regularidad. El cérvix (en el centro), se dilata con cada contracción, y la cabeza del
bebé gira para adaptarse a la pelvis de la madre. En la segunda etapa (derecha), la madre empuja o presiona
hacia abajo, en respuesta a la presión ejercida contra sus músculos pélvicos.
La coronilla de la cabeza del bebé comienza a hacerse visible en el canal del
parto ensanchado. Cuando la cabeza emerge por completo (abajo a la izquierda y en el centro), el doctor gira los hombros
del bebé, que emergen con la siguiente contracción. El resto del cuerpo se
desliza entonces hacia el exterior con relativa facilidad, y se obtura y se
corta el cordón umbilical. La tercera etapa (a la derecha), se da dentro de los diez minutos siguientes al
nacimiento. El útero continúa contrayéndose y se expulsan los restos del cordón
umbilical y la placenta.
DESARROLLO DEL FETO
Aunque
el periodo de gestación completo del embrión humano dura nueve meses, el feto adquiere
forma humana reconocible a las 12 semanas. Los órganos vitales no alcanzan
desarrollo suficiente para mantener la vida fuera del útero hasta los siete
meses. El feto es sensible en particular a los efectos de las drogas, el
alcohol, los rayos X y otras formas de radiación.
Pediatría, rama de la
medicina que atiende y trata las enfermedades de la infancia y el estudio del
crecimiento normal. La pediatría se convirtió en especialidad en el siglo XX.
En la década de 1980 algunos pediatras crearon una subespecialidad denominada
medicina de la adolescencia, cuyo campo son las necesidades médicas y
emocionales de las personas entre 12 y 20 años.
Los pediatras reciben la
formación necesaria para detectar las anomalías congénitas y tratarlas cuando
sea posible. Un tipo importante de anomalía congénita susceptible de recibir
tratamiento son las cardiopatías congénitas. La corrección de estas anomalías
consigue cada vez mejores resultados. Otras enfermedades congénitas que se
deben diagnosticar y tratar con rapidez tras el nacimiento son la
fenilcetonuria y el hipotiroidismo congénito (véase Cretinismo). Los
pediatras también se ocupan de enfermedades infecciosas cuya frecuencia es más
elevada en la infancia. Entre éstas se incluyen infecciones recidivantes del
oído, como otitis medias, paperas, sarampión, tos ferina, poliomielitis y crup.
Muchas de estas enfermedades se pueden prevenir mediante inmunización, la cual
es responsabilidad del pediatra.
Los pediatras también
controlan el crecimiento y el desarrollo normal de los niños según parámetros
intelectuales y motores. Los retrasos en el desarrollo pueden apuntar a una
nutrición inadecuada, envenenamiento con sustancias del medio ambiente como el
plomo, o hiperactividad. Además, los pediatras deben estar atentos a ciertas
enfermedades que suelen aparecer en la infancia, como alergias, inmunodeficiencias,
y epilepsia
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